Prolongado silencio del presidente nicaragüense mientras la primera dama mantiene alejados a los medios

Por John Otis, corresponsal del CPJ para la región andina

El presidente nicaragüense Daniel Ortega con su esposa, Rosario Murillo, en un monumento en homenaje al presidente venezolano Hugo Chávez en 2014. Los periodistas independientes sostienen que Murillo controla el acceso de los medios a Ortega. (Reuters/Oswaldo Rivas)
El presidente nicaragüense Daniel Ortega con su esposa, Rosario Murillo, en un monumento en homenaje al presidente venezolano Hugo Chávez en 2014. Los periodistas independientes sostienen que Murillo controla el acceso de los medios a Ortega. (Reuters/Oswaldo Rivas)

Han pasado casi 3,000 días desde que el presidente nicaragüense Daniel Ortega ofreciera la última conferencia de prensa, según el diario opositor La Prensa. Pero cuando los periodistas se quejan de la falta de acceso a Ortega, muchas veces ellos enfocan su ira no contra el presidente, sino contra la primera dama, Rosario Murillo.

Murillo, de 63 años, es la jefa de comunicación del gobierno y la principal arquitecta de su estrategia de negarle el acceso a la prensa independiente mientras responde la ocasional pregunta suave proveniente de los medios noticiosos pro gobierno, relataron al Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) periodistas independientes nicaragüenses.

Y Ortega no es el único que se niega a dar declaraciones. Los ministros del equipo de gobierno evitan a los periodistas críticos siguiendo las órdenes de Murillo, de acuerdo con Lucydalia Baca, editora de La Prensa. Un informe especial publicado por el CPJ en 2009 concluyó que el gobierno intentaba hostigar y desprestigiar a los periodistas independientes, mientras manipulaba la publicidad oficial para castigar a los medios críticos y recompensar a los medios aliados –prácticas vigentes hasta hoy día, según manifestaron periodistas–.

Incluso en lo tocante a la mayor noticia de la historia reciente de Nicaragua –los planes de construir un canal transoceánico a un costo de 50 mil millones de dólares, el cual podría transformar el país– los periodistas que intentan conseguir información gubernamental acerca del financiamiento del proyecto y su posible impacto ambiental, sostienen que han tropezado con significativos obstáculos.

La fuente principal de información oficial es la propia Murillo, quien aparece en la televisión casi a diario para promover las políticas y actividades gubernamentales, sin que haya oportunidades para que los periodistas hagan preguntas. Al igual que su esposo, Murillo niega casi todas las solicitudes de entrevista, inclusive una solicitud reciente del CPJ.

“Su estrategia es ‘descontaminar’ la información, lo que significa que las personas deben escuchar exactamente lo que el gobierno quiere decirles”, expresó al CPJ el editor de un periódico de Managua que solicitó el anonimato para no perjudicar su seguridad laboral. “Eso quiere decir evadir a los periodistas independientes”.

“Es un concepto muy primitivo”, señaló al CPJ Carlos Fernando Chamorro, director del boletín independiente Confidencial. “Existe un monólogo oficial con cero debate, cero preguntas y cero transparencia”.

En el pasado poeta, Murillo solía desempeñarse como secretaria del padre de Chamorro, el director de La Prensa Pedro Joaquín Chamorro, cuyo asesinato en 1978 hizo que muchos nicaragüenses se opusieran al dictador Anastasio Somoza. Con el tiempo, Murillo se incorporó al movimiento guerrillero sandinista y fue arrestada brevemente en 1976. Entonces huyó a Costa Rica, donde se involucró con Ortega –en la época uno de los nueve principales comandantes sandinistas– y participó en la creación de Radio Sandino, la radioemisora clandestina del movimiento.

Cuando los sandinistas derrocaron a Somoza en julio de 1979, Murillo y Ortega ya eran pareja. Ellos se casaron en 2005. Durante el gobierno revolucionario sandinista de 1979 a 1990, encabezado por Ortega, el papel de Murillo era limitado porque Ortega compartía el poder con los otros ocho comandantes rebeldes que conformaban el Directorio Nacional Sandinista.

El ascenso de Murillo a posiciones de influencia, según muchos analistas y versiones periodísticas, coincidió con un escándalo sobre acusaciones de incesto. En 1998, la hija de Murillo fruto de una relación previa, Zoilamérica Narváez, acusó a Ortega de abusarla sexualmente desde que ella tenía 11 años. Ortega negó las acusaciones, que fueron desestimadas en 2001 por la Corte Suprema con el argumento de que el caso ya había prescrito. Durante todo el escándalo, según se informó, Murillo respaldó a Ortega y catalogó a su hija de enemiga política y de persona mentalmente inestable.

“A cambio”, escribió Kenneth E. Morris en su biografía de Ortega Unfinished Revolution, “Murillo logró extraerle verdadero poder político” a Ortega.

Chamorro declaró al CPJ: “Es obvio que después de la crisis de Zoilamérica, el papel político de Murillo creció”.

Luego de tres fracasos de Ortega en salir elegido nuevamente –en 1990, 1996 y 2001– Murillo contribuyó a gestionar el regreso político de Ortega. Ella promovió una imagen más compasiva y suave de Ortega y reemplazó los colores rojo y negro del partido sandinista con colores pasteles más suaves que dominan las vallas publicitarias y la publicidad oficial. Ortega ganó las elecciones de 2006 y fue reelegido en 2011.

Con frecuencia, los medios nicaragüenses se han enfocado en los extravagantes gustos de Murillo. En comparación con su austero esposo, quien prefiere las camisas blancas, a Murillo le gusta llevar muchos accesorios. Un estudio de La Prensa mostró que en las 463 fotos oficiales tomadas en un período de tres años, la primera dama vistió 462 trajes diferentes. Los discursos de Murillo están llenos de referencias a los valores cristianos, la espiritualidad y la Madre Tierra. Recientemente, ella ordenó la construcción en la capital, Managua, de decenas de elevados “árboles de la vida” de metal amarillos que, afirmó, simbolizan “la fe que nos moviliza”.

Pero detrás de la fachada “New Age”, sostiene Chamorro, el poder de Murillo es muy real. Los analistas políticos en su mayoría la consideran colíder del gobierno junto con Ortega, además de ser la jefa de comunicación. Durante una reunión cumbre realizada en Costa Rica en enero, Ortega nombró a Murillo canciller en ejercicio. Incluso analistas y partidarios especulan que ella podría tratar de suceder a Ortega en el cargo postulándose para presidente en 2017.

Si ello ocurre, la mayor parte de los medios estarán de su lado. La Prensa y Confidencial son los únicos medios impresos nicaragüenses que frecuentemente critican la gestión de Ortega. Casi todas las radioemisoras y los canales de TV, que son la fuente noticiosa principal de los nicaragüenses, son propiedad de los aliados del mandatario o de la familia Ortega, u ofrecen una cobertura informativa relativamente benigna de su gobierno, expresó Chamorro al CPJ.

Sin embargo, en entrevista con el CPJ, Bayardo Arce, el máximo asesor económico de Ortega, defendió la estrategia mediática de Murillo. Según Arce, luego de años de informaciones sensacionalistas y erróneas sobre Ortega y los sandinistas, el gobierno ha decidido que tratará con periodistas “responsables” solamente.

“No todos los periodistas tienen acceso a la Casa Blanca”, declaró Arce. “Por eso no veo cuál es el problema. En todos los países, los gobiernos abren sus puertas a los periodistas serios y les niegan el acceso a los que son irresponsables”.

[Informaciones desde Managua]