Hacerlo por cuenta propia: más periodistas freelance significa menor apoyo y mayor peligro

Por Robert Mahoney

Una reportera corre junto a un combatiente rebelde mientras evade el fuego de los francotiradores cerca de Alepo, Siria, el 10 de octubre de 2014. (Reuters/Jalal Al-Mamo)
Una reportera corre junto a un combatiente rebelde mientras evade el fuego de los francotiradores cerca de Alepo, Siria, el 10 de octubre de 2014. (Reuters/Jalal Al-Mamo)

Matthieu Aikins probablemente no volvería a viajar a Afganistán del mismo modo como lo hizo hace seis años.

“Como periodista freelance, mi estreno fue clásico: agarré una mochila y una libreta y me fui a una zona de guerra”, expresó el periodista canadiense, radicado en Kabul. “Al principio corrí algunos riesgos bastante imprudentes sin tener una idea precisa de lo que hacía y sin contactos que me pudieran aconsejar”.

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Attacks on the Press book cover
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Aikins so sólo sobrevivió, sino que se desarrolló profesionalmente, como lo demuestran los varios premios que ha recibido por su cobertura periodística de acontecimientos internacionales.

Semejante falta de preparación puede dejar temblando a los expertos de seguridad de los medios de comunicación, pero es así como dieron los primeros pasos muchos periodistas que son exitosos en la actualidad.

Aikins señaló que siente simpatías por los periodistas freelance que corren riesgos para salir adelante en la profesión, aunque reconoce que la seguridad es un factor crucial. Cuando se le preguntó si ahora haría todo de modo diferente, vaciló un instante antes de contestar: “Es difícil responder la pregunta, pero, no, me gustaría pensar que encontraría maneras más inteligentes de abordar esto”.

Aikins tiene de su lado la edad y la experiencia, pero para los periodistas que apenas comienzan, en particular los freelance, el mundo se ha vuelto incluso más peligroso que antes.

El espacio neutral en que los periodistas pueden desempeñarse como testigos independientes se ha venido reduciendo desde hace algún tiempo. La decapitación de los periodistas freelance estadounidenses James Foley y Steven Sotloff en Siria en 2014, llevada a cabo por radicales islamistas pertenecientes al grupo conocido como Estado Islámico, destacó con énfasis el peligro. Los periodistas ahora son blanco. Los grupos insurgentes ya no utilizan a los periodistas para difundir información sino que los secuestran para crear noticias.

“Los medios son un blanco muy bueno si lo que se desea es publicidad, porque hacen un escándalo respecto a su gente”, expresó Richard Sambrook, presidente del International News Safety Institute (INSI) y exdirector de Noticias de la BBC. “Si capturas a un periodista o asesinas a un periodista, recibes mucha atención”.

Sambrook ha observado cómo el perfil de riesgo de los reporteros ha variado durante los 12 años de existencia del INSI, desde la seguridad física pasando por los peligros del trauma y el estrés hasta el secuestro a cambio de rescate o con fines propagandísticos.

Las grandes organizaciones de medios han respondido a esta tendencia de cada vez mayor peligro invirtiendo recursos en entrenamiento de ambientes hostiles y primeros auxilios, lo cual incluye suministrarle al personal equipo de seguridad y contratar a expertos en materia de seguridad.

Pero los cambios en el modelo de negocio han motivado que los medios pequeños o los medios en situación económica delicada reduzcan su presencia en el extranjero y dependan cada vez más de la cobertura informativa que proporcionan los periodistas freelance.

Dentro de sus filas, los periodistas freelance se dividen en diferentes categorías en lo referente al riesgo.

“Existe un núcleo de periodistas freelance muy responsables y profesionales que trabajan para organizaciones de medios establecidas y que han formado sus habilidades y reputaciones durante muchos años”, apuntó John Daniszewski, vicepresidente y editor gerente sénior a cargo de Noticias Internacionales de la Associated Press, empresa que contrata a periodistas freelance en todas las regiones del mundo. “Luego hay otros periodistas freelance que en esencia están comenzando y esperan darse a conocer o atraer atención positiva mediante coberturas informativas osadas, y, por último, están los periodistas locales que pueden estar trabajando para una pequeña organización de medios en su propio país y venden sus trabajos a las organizaciones noticiosas internacionales”.

Louisa Loveluck, una periodista freelance británica de 25 años de edad quien está radicada en El Cairo, pertenece al grupo del medio. Ella tiene suerte de ganar mil dólares estadounidenses al mes como promedio gracias a que realiza varias coberturas como colaboradora de medios, y de esa suma debe desembolsar el alquiler y pagarle a un traductor.

“La parte más difícil de ejercer como periodista freelance es el constante desgaste mental de tener que pensar en el dinero”, expresó Loveluck, “así como el hecho de que no sabes si alguien te respaldará en caso de que las cosas salgan mal”.

Loveluck captó con claridad ese mensaje cuando fue agredida y amenazada mientras cubría la caótica situación que imperó en 2013 en El Cairo. Un amigo en similar situación pero que era integrante de un medio fue retirado del país. Por su parte, Loveluck carecía de dinero para poder abandonar el país y se tuvo que quedar. “La remuneración y la seguridad van de la mano”, observó.

De acuerdo con Loveluck, ella solía trabajar para una publicación que evitaba cualquier conversación sobre el deber de cuidar a los periodistas freelance y que no había implementado ningún plan en caso de emergencia. “La única conversación sobre seguridad que tenía antes de una cobertura era un ‘cuídate’ o un ‘protégete’ al final de un correo electrónico”, señaló la periodista.

Muchas publicaciones pagan una tarifa tan baja como 25 centavos por palabra, lo cual difícilmente basta para sufragar el costo de investigar noticias complejas y peligrosas.

“Existe una enorme discrepancia entre la cantidad de esfuerzo que implica redactar un artículo periodístico y la cantidad de dinero que se recibe por ello”, expresó Tom Dale, otro periodista freelance radicado en El Cairo.

Dale, quien viajó a Libia “de manera especulativa” –es decir, sin ninguna garantía de que sus artículos encontrarían recepción en un medio– para cubrir el conflicto que asolaba ese país, indicó que lo volvería a hacer. “Ello es algo inevitable mientras la competencia por empleos en el campo del periodismo siga igual”, aseveró refiriéndose a los jóvenes reporteros que corren riesgos para darse a conocer. “Los empleos son tan escasos y hay tan pocas vías para entrar que las personas van a elegir esas opciones. Conozco a varias personas que consiguieron buenos empleos después de [Libia]. No es que muchos periodistas freelance se estén diciendo a sí mismos que quieren seguir haciendo periodismo freelance a los 40 años”.

Con un trasfondo de baja remuneración y creciente peligro, los periodistas freelance –principalmente los que trabajan para medios de países desarrollados– han comenzado a organizarse con independencia de las organizaciones sin fines de lucro tradicionales dedicadas al fomento de medios que ya ayudan a los periodistas freelance. Entre esas organizaciones se encuentra el Frontline Freelance Register de Londres, cuyos miembros se comprometen a cumplir las normas de la profesión periodística, someterse a un curso de entrenamiento de ambientes hostiles y primeros auxilios, comprar seguro adecuado y adoptar protocolos de seguridad básicos antes de desplazarse a una zona de conflicto.

“Nos reunimos y tratamos de llegar a un acuerdo sobre el tipo de cuestiones que marcarían una diferencia”, afirmó Vaughan Smith, veterano camarógrafo freelance y fundador del Frontline Club de Londres (un espacio físico para los periodistas internacionales; el Frontline Freelance Register es un grupo organizado bajo los auspicios del club). “Nuestra frustración consistía en que había organizaciones que apoyaban a los periodistas freelance… pero no contaban con un mandato para representarnos, por lo cual pensamos que haríamos algo que jamás se había hecho antes y formaríamos una entidad representativa de los periodistas freelance que trabajan en zonas de conflicto”.

El Frontline Freelance Register tiene más de 400 miembros y está intentando establecer un diálogo con las empresas de medios para mejorar la remuneración y las condiciones de los periodistas freelance.

“La solución de seguridad para el periodista freelance es pagarnos mejor para que podamos costearnos nuestro propio seguro y nuestro propio equipo de seguridad; y estamos muy lejos de ese objetivo, pero quisiéramos avanzar hacia él”, sostuvo Smith. “Creemos que si los periodistas freelance le pueden demostrar a los medios que somos capaces de organizarnos y de abordar la cuestión de nuestra seguridad con seriedad y de manera colectiva, entonces las organizaciones de medios trabajarán con nosotros, y el periodismo se beneficiará enormemente si se toma en cuenta el grado en que el sector se ha vuelto dependiente del contenido aportado por los periodistas freelance”.

Al igual que la propia comunidad de periodistas freelance, los medios no abordan el tema de la seguridad de manera monolítica. Algunas cadenas televisivas y agencias de noticias tratan a los periodistas freelance internacionales y a los colaboradores locales en las zonas de conflicto de la misma manera que tratan a su propio personal, y les suministran apoyo y equipo de seguridad; los medios escasos de recursos a menudo pagan solamente por los trabajos enviados por los reporteros, que en general son ofrecidos sin previa solicitud.

Lo más codiciado por los periodistas independientes es una cobertura o un contrato con una de las grandes organizaciones de medios que se dedican a las noticias internacionales. Tales medios han sufrido la pérdida o el secuestro de reporteros durante los últimos dos decenios, y por ello abordan con seriedad el tema de la seguridad y tratan a los periodistas freelance del mismo modo que a su personal de tiempo completo.

Ese es el caso de la agencia de noticias Reuters, afirmó su editor jefe, Stephen Adler. Él sostuvo que la agencia proporciona entrenamiento en seguridad, equipo y cobertura médica a todos los periodistas en zonas de conflicto y ha reorganizado las estructuras editoriales para promover la seguridad. De acuerdo con Adler, miembro de la junta directiva del CPJ, Reuters no enviaría a un periodista freelance a un lugar adonde no enviaría a un miembro de su personal, aunque sí consideraría aceptar trabajos de un periodista freelance que ya se esté desempeñando en un lugar semejante. “No vamos a privar a una persona de sus medios de subsistencia ni de su capacidad de trabajar para nosotros sólo porque se encuentre en una zona peligrosa”, expresó. (Algunos periodistas han criticado a Reuters por depender de jóvenes fotógrafos, inclusive algunos afiliados a grupos rebeldes, tras la muerte en batalla del periodista freelance local Molhem Barakat en diciembre de 2013).

Después de que los videos de las decapitaciones llevadas a cabo por el Estado Islámico fueron divulgados en agosto de 2014, la agencia noticiosa francesa Agence France-Presse publicó fragmentos de sus normas de seguridad. Su director de noticias, Michèle Léridon, declaró en una entrada de blog que la AFP no enviaría periodistas a zonas controladas por el Estado Islámico o los rebeldes sirios.

“La idea es disuadir a periodistas potenciales de correr enormes riesgos y decirles: ‘Si vas allá por tu propia cuenta e incluso si nos envías excelentes trabajos, no los aceptaremos'”, afirmó Léridon en entrevista con el CPJ. Mediante la divulgación de las normas, sostuvo Léridon, ella también “quiso difundir el mensaje en el seno de la AFP, porque a un editor de Fotografía le es difícil rechazar una buena imagen, por poner un ejemplo”. Léridon añadió: “Enfaticé que no aceptamos trabajos de periodistas extranjeros, pero continuamos aceptando noticias y fotos procedentes de personas que viven allá, de sirios”.

De manera similar, la Associated Press no aceptará trabajos no solicitados y trata a sus periodistas freelance igual que a su personal en lo referente a la seguridad, según Daniszewski, el editor de Internacionales.

“Creo que puede haber una desventaja competitiva a corto plazo en algunos de estos casos pero, por lo demás, la alternativa de participar en una carrera hacia el fondo, de carecer de reglas y hacer que las personas asuman riesgos irresponsablemente, y de tener que ser responsables por ellos si te están enviando trabajos, consideramos que a largo plazo como organización noticiosa responsable necesitamos establecer y cumplir algunas normas”, expresó Daniszewski. “Estamos convencidos de que si alguien te está enviando trabajos periodísticos, entonces eres responsable por ellos desde el punto de vista moral”.

Sin embargo, algunos periodistas freelance experimentados consideran que ellos son quienes mejor pueden juzgar los riesgos que corren, y se mostraron reacios a aceptar la idea de que todos los trabajos no solicitados serían rechazados.

“Yo trabajo con medios responsables”, señaló el periodista freelance Toby Muse, quien ha trabajado en Latinoamérica y el Medio Oriente, entre otras regiones difíciles. “Si acaso, pienso que algunos medios pueden ser demasiado cautelosos. La idea de que ‘No adquiriremos ningún trabajo de los periodistas freelance que han estado en Siria o en Baghdad’, estoy en completo desacuerdo con ella. Creo que estas medidas que se toman con la idea de proteger a los periodistas freelance en realidad pueden acabar limitándoles las oportunidades de conseguir trabajo”.

Muse expresó que rechazar los trabajos no solicitados restringe la capacidad de los periodistas freelance de difundir noticias cruciales. “Una forma de ejercer el periodismo freelance es la siguiente: un acontecimiento importante estalla –con frecuencia en zonas peligrosas del planeta– y ellos se desplazan con rapidez hacia allá; ellos pueden llegar antes que otros, o quizás ya estén en la zona, simplemente de paso, y los medios importantes no estaban allá por motivos de seguridad o porque su corresponsal estaba dedicado a otro asunto en otra parte de la región”, explicó Muse. “Entonces cuando bloqueas esa vía, no creo que el periodista freelance se beneficie en lo absoluto”.

La meta de los medios de no alentar conductas riesgosas y la necesidad de los periodistas freelance de aprovechar la ventaja competitiva de que disponen, son factores clave en todo debate acerca de un código de ética y las mejores prácticas en zonas de conflicto. Las iniciativas lideradas por el Frontline Freelance Register procuran que los periodistas freelance se comprometan a respetar protocolos de seguridad básicos y a trabajar previa obtención de seguro y entrenamiento en seguridad. Idealmente, los medios de noticias acordarían no contratar a periodistas freelance sin entrenamiento ni seguro y a pagar de manera justa y oportuna por el contenido aportado por los periodistas freelance. Al momento de redactar este artículo, no se había alcanzado ningún acuerdo sobre estas pautas.

“Cada integrante de la comunidad periodística que esté involucrado en la cobertura de conflictos o de acontecimientos internacionales debe enfocarse en este asunto”, acotó Philip Balboni, presidente y CEO de GlobalPost, el sitio digital de noticias con el cual colaboraba el periodista freelance James Foley. “Debemos respaldar estas nuevas pautas y ellas deben ser lo más estrictas posible”, señaló.

Algunos defensores de protocolos de seguridad más rigurosos han sugerido que se implemente un sistema de acreditación para los periodistas freelance que ingresen a zonas de conflicto como Siria. La acreditación dependería de que los periodistas presentaran pruebas de que cuentan con seguro y se han sometido a entrenamiento de ambientes hostiles y primeros auxilios. La idea es polémica entre los periodistas freelance, quienes consideran que le daría a una autoridad arbitraria la facultad de decidir quién puede ejercer trabajo periodístico y quién no.

Sambrook, del International News Safety Institute, aplaude la idea del código de ética pero cuestiona que se deba ir más allá de ese límite. “Es muy difícil que exista un código de prácticas aplicable o que se avance incluso hasta la cuestión de la acreditación”, sostuvo. “Algunas organizaciones quieren instituir algún tipo de acreditación o norma profesional y aplicarla a los periodistas freelance, o el entrenamiento… es muy difícil poder avanzar en ese camino. Hacia qué lado se asigna la responsabilidad del riesgo es una cuestión muy problemática”.

Si se mantiene la tendencia a favor de mayor concientización sobre las cuestiones de seguridad, puede que la acreditación ya no sea necesaria, porque tanto los nuevos periodistas freelance como los medios noticiosos nacidos en la Internet comprenden la necesidad, opinan algunos expertos de medios. Además, muchos periodistas freelance no quieren que los asocien con los “turistas de la guerra” que a veces aparecen en las zonas de conflicto.

“Sin duda, hay periodistas freelance que son poco profesionales”, afirmó Smith, del Frontline Freelance Register. “Existen personas que no recibieron suficiente amor en la niñez… Las guerras atraen a ciertos personajes, algunos de los cuales pueden ser los mejores periodistas; otros buscan algo que probablemente no van a encontrar allá. No son serios, y no queremos que nos asocien con ellos. Necesitamos estar alejados de ellos, porque los medios nunca nos van a tratar con seriedad si no podemos distinguirnos de ellos”.

Los periodistas freelance también están conscientes de la necesidad de entrenamiento y de las ofertas de organizaciones sin fines de lucro como el Rory Peck Trust de Londres y el Freelance Forum Fund de Canadá, que contribuyó a financiar el entrenamiento de algunos de los periodistas freelance entrevistados para este artículo.

“Decididamente hemos visto un incremento en el interés por parte de periodistas freelance que desean recibir entrenamiento de ambientes hostiles”, observó Frank Smyth, fundador y director ejecutivo de Global Journalist Security, una empresa de entrenamiento con sede en Estados Unidos. “Es una tendencia en alza. Las personas parecen haber comprendido la idea de que el mundo está lleno de peligros y de que los periodistas freelance están en las líneas de avanzada de los conflictos, y que el entrenamiento es esencial”, expresó Smyth, quien también se desempeña como asesor sénior del CPJ en materia de seguridad. “La presencia del Estado Islámico, de Boko Haram en Nigeria y de Al-Shabaab en Somalia ha captado la atención de todos”.

Un motivo por el cual un número cada vez mayor de periodistas recurren al apoyo de entrenamiento de tales organizaciones sin fines de lucro es que el entrenamiento puede ser caro. Un curso estándar de cinco días de entrenamiento de ambientes hostiles y primeros auxilios cuesta entre USD 500 y USD 700 al día, más gastos de viaje y alojamiento.

Algunos medios digitales de noticias que abordan de manera innovadora la cobertura periodística del conflicto, tales como VICE News y BuzzFeed, también comienzan a reconocer la necesidad de tratar más justamente a los periodistas que se desempeñan en zonas de conflicto y de proporcionarles entrenamiento y protocolos en seguridad.

“Pero”, advirtió Sambrook, del INSI, “habrá otros medios nuevos que no tendrán la misma experiencia ni los mismos recursos, y ello es preocupante. Parte de la responsabilidad de las organizaciones de apoyo como la nuestra es –sin recriminar ni acusar– intentar ayudarlos a entender las cosas que tienen que pensar antes de comenzar a realizar coberturas riesgosas”.

Smith, del Frontline Freelance Register de Londres, espera al menos poder convencer a los ejecutivos de las organizaciones noticiosas de que, desde el punto de vista financiero, les conviene tratar mejor a los periodistas freelance.

“Tratar con mayor generosidad a los periodistas freelance seguiría aportándoles mucha rentabilidad y es indudablemente parte de la solución a los problemas que enfrentamos para buscar las noticias”, afirmó Smith. “Si no queremos retirarnos del mundo, que es claramente lo que estamos haciendo, los periodistas freelance son una manera de conseguir ese objetivo. Es un elemento de lo que se requiere para enfrentar el desafío que supone cubrir los acontecimientos internacionales con modelos de negocio defectuosos”.

Robert Mahoney es subdirector del CPJ y escribe sobre cuestiones de libertad de prensa. Se ha desempeñado como corresponsal en Asia, África, el Medio Oriente y Europa.